Sé
que siempre han dicho que la vida es un sueño. Para mí también ¿Por qué no?,
pero más que un sueño, es una mezcla de sueños, pesadillas, deseos y
frustraciones que todos tenemos. Y en realidad aún más allá del concepto de
sueño, la vida son momentos, lapsos, maravillosos y espeluznantes.
Todos
tenemos miedo a la muerte, quizá porque perdemos a nuestros seres queridos, o
ellos a nosotros, como se quiera ver. Pero consideremos el egoísmo humano,
sabemos en el fondo que el miedo es porque perdemos…Pensar que nunca más verás
a tu padre, tu madre, tus hermanos, amigos, novia, esposa, personas que odias,
perder todo aquello que conoces y que por muchos años has trabajado. Está
cabrón cuando lo piensas; tú solo…en medio de sabrá dios que.
Pero
desde otro punto de vista, puede que sea el momento más maravilloso de toda la
vida, el momento de tu muerte, el momento en el que logras el mayor anhelo de
todo ser humano, su libertad. Imaginar que no sufrirás nunca más, que no
tendrás nada de qué preocuparte, que no habrá en nadie que pensar. Que en ese
momento te das cuenta de lo tangible del tiempo, de cómo la eternidad es, como
su nombre lo dice, inmensa, y como tu vida, sólo fue una fugaz proyección de
momentos.
Ese
beso que te dieron ahora se vuelve tan insignificante, pero en aquel momento
fue la conquista del mundo. Esa amada mujer, tan reconfortante con su aroma,
sus abrazos, sus besos, sus caricias, en este momento sólo es un recuerdo, que
te hace feliz, pero no llega a más. Como cada sonrisa y cada saludo de amistad
es sólo una pisca de espontaneidad, y que fue un diminuto momento que no
volverá. Ha de ser hermosa la soledad con paz, y más cuando sabes que ya todo
lo pasado no es nada y que la muerte es la más profunda felicidad.
Es
ese mísero tiempo, ese momento que llamamos vida el que nos hace caer en la
cuenta de que nada es real y que todo, el tiempo ha de solucionar. En este
nivel de extraña aceptación y aprecio a la muerte es cuando menos se le teme,
es cuando más se le espera, es cuando más se le quiere. Yo si quiero morir,
quiero mi libertad. Cada paso que se da en la calle de la existencia nos acerca
más y nos aleja de la oscuridad, cada vez vemos más claro y comprendemos lo
demás, estoy listo para morir cuando me venga la oportunidad.
¿Me
suicidaría? Sí ¿Por qué no? Al final de cuentas, habrá un momento en el que la
vida llegará a un límite, a un tope en el que nada bueno se podrá sacar ya, por
ejemplo, aprender algo nuevo o gozar situaciones que generen felicidad, igual
puede que este ejemplo no sea nada cierto, pero para un existencialista como
yo, es muy real. Ni la música valdrá ya, pero es porque sabemos que es de las
pocas sensaciones que traspasan la frontera tiempo-espacio. Y yo sé, no sé
porque, pero lo sé, que cuando muera, escuchare un piano tocar, que poco a poco
será acompañado por un violín, luego por un chelo y así hasta completar esa
hermosa sinfónica que me ha de acompañar.
Escribo todo esto para que, de verdad, el día
que yo muera, no lloren. Quiero que sepan que si hay una de las pocas
situaciones que he logrado aceptar de este mundo, es mi muerte. No estaré
triste ni solo, tengo la música que viene conmigo. No me iré al cielo ni al
infierno, aquellos lugares son mucho para las acciones de los hombres, no es posible
que alguien realice un acto que amerite un paraíso, ni tampoco hay acto que
amerite una tortura por toda la eternidad. Ese día recuerden que estoy feliz,
más que nada tranquilo y que me encuentro en paz. Algo que en toda mi puta vida
he querido
encontrar.[i]
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